La seguridad democrática para los colombianos.
Si bien es cierto que la política de seguridad democrática ha sido eficiente, no menos cierto es que la paz que esta genera debería ser para compensar las décadas de sufrimientos que hemos padecido los Colombianos.
No podemos olvidar a los miles de desplazados que ha generado la violencia en el campo, quienes han tenido que abandonar sus parcelas por causa de los grupos armados, ellos deberían ser los primeros en beneficiarse de esta política, al fin y al cabo fueron los que enfrentaron este flagelo que muchas veces les toco pagar con sus propias vidas.
Pero ahora cuando se goza de esa paz relativa, resulta que capitales extranjeros, alentados por la confianza inversionista, son los primeros en buscar beneficios de esta política; me pregunto ¿donde estaban sus grandes capitales cuando el campesino, los pequeños mineros, el pequeño cafícultor, los pequeños ganaderos y comerciantes tenían que sostener a sus familias a costa de sus propias vidas? Como puede ser posible que el estado sostenga estas políticas con los impuestos que le cobran a los colombianos, quienes además hacen parte de las fuerzas armadas, por consiguiente también ponen los muertos, sean los desplazados, los que aguanten hambre en los semáforos de las ciudades, pero para lograr disfrutar de nuestras riquezas los inversionstas extranjeros son los que se beneficien de la tránquilidad que goza el país.
El caso nuestro no es ajeno a esta realidad, para los Marmateños es claro que el estado abandono la administración de las minas cuando los precios internacionales estaban por el suelo, al único que le resultaba rentable trabajar las minas era a sus pobladores, no por dinero, sino porque era la única forma que teníamos de conseguir nuestro sustento y por al amor y el apego a nuestro terruño, así con las uñas, sin el apoyo del estado, sin los prestamos de la Caja Agraria, sin la supervisión y vigilancia y mucho menos el apoyo del ministerio de minas, sin molinos donde beneficiar los minerales, abandonados completamente a nuestra suerte, aun así, seguimos adelante hasta aprender a subsistir sin ningún tipo de apoyo, superando nuestras límitaciones, ahora resulta que a ese mismo estado que nos abandono en el pasado, quiere hoy entregarle a las múltinacionales nuestro Municipio, alentados por los buenos precios internacionales, la confianza inversionísta, y la promesa de que el pueblo de más de 450 años de historia pueda ser reubicado para una eventual explotación a cielo abierto, sin importar las implicaciones sociales, políticas, económicas, culturales, ambientales y paisajísticas que esta clase de minería genera.
No nos dejemos engañar con la generación de empleo que prometen crear las múltinacionales, al menos en nuestro municipio esto representaría no solo la pérdida de puestos de trabajo sino que además, limitaría a muy poco tiempo la explotación pues según los mismos cálculos que divulga la compañía medoro resources a sus desprevenidos inversionístas, en un lapso de 20 años podrían agotar el oro y plata que están en los yacimientos es decir que después se perderían los empleos y desaparecería toda fuente de explotación minera.
No con esto quiero decir que la inversión extranjera en un mundo glóbalizado sea mala, donde estas inversiones crean nuevas y duraderas fuentes de trabajo son muy importantes, incluso en la minería cero kilómetros es decir, buscar nuevos yacimientos donde no existe una cultura y una economía basada en la minería, representa un polo de desarrollo a sus comunidades, pero síendo responsable y creo que la minería a cielo abierto no lo es, ni en Marmato, ni en ningún lugar del Mundo.