miércoles, 5 de octubre de 2011


La disputa por el oro de Marmato ¿De regreso a la época de la colonización?

Tomado de: www.ens.org.co

Primer informe
De este pueblo no nos saca nadie, porque  aquí nacimos y aquí queremos morir,”, es  la consigna que han acuñado los habitantes de Marmato, Caldas, para enfrentar la amenaza de  la locomotora de la megaminería que avanza sobre ellos  como una maldición, y que, de concretarse, significará  la desaparición de su pueblo y de la montaña en que se  sostiene.  Es una consigna que a fuerza de repetirla se ha vuelto una sentencia. Por dos razones: porque se sienten dueños  naturales de la montaña y su riqueza, y porque la minería es el oficio que les legaron de herencia sus antepasados y que ellos han asumido como su proyecto vital. Y ninguna de esas dos cosas están dispuestos a sacrificar. Los marmateños no esconden que están preocupados, pero no tienen miedo. Para defenderse se han unido como un solo puño, pero sí les duele saber que su lucha los pone en contra del Gobierno Nacional, que ahora pretende pasar, como una aplanadora, por encima de sus intereses y sus sentimientos. Les ofende que sean ignorados, que no se les tenga en cuenta, que entreguen sus tierras a una compañía multinacional extranjera.
El peso de la historia
Marmato es una población que hunde sus raíces muy adentro en la historia: es el cuarto municipio más antiguo
del país. Los indígenas Cartamas y Quimbayas, sus primeros pobladores, desde siempre explotaron el oro de manera rudimentaria, lo que los convirtió en grandes artesanos de la orfebrería y, por lo mismo, en foco de atención de las primeros avanzadas de la conquista española. Por allí incursionaron los conquistadores Juan Badillo y Sebastián de Belalcázar en el año 1537, incursión que en el lapso de dos siglos terminó por exterminar o desplazar a los Catarmas, a quienes reemplazaron por esclavos africanos.

 Ya en el siglo XIX, por iniciativa del General Santander, las ricas minas de Marmato fueron pignoradas al gobierno de Londres, en compensación por la deuda que los jércitos patriotas contrajeron con Inglaterra en virtud el apoyo logístico y financiero que este país, enemigo acérrimo de la Corona Española, le prestó al nuestro durante las guerras de independencia. El oro que los ingleses extrajeron de Marmato durante casi un siglo superó con creces el valor de la deuda original. Esa fue realmente la primera entrega de Marmato a una potencia extranjera, una colonización de nuevo cuño, por llamarla de alguna manera.
Con los ingleses llegó la tecnología para explotar el oro, la más avanzada del mundo en su momento. Sólo que de ese preciado mineral los lugareños no veían ni el brillo, porque todo era exportado a Inglaterra. Durante muchos años se tuvieron que contentar con las pequeñas minas que fueron abriendo donde pudieron y que fueron extendiendo por toda la montaña.

Hoy Marmato es un pueblo de ocho mil habitantes que vive casi que íntegramente de la minería. Por eso cabe
preguntarse si lo que hoy está pasando allí con la llegada de la multinacional canadiense Meodoro Resources, ¿es realmente producto de la confianza inversionista del gobierno Uribe, o un retroceso en la historia? Sea como fuere, no se puede hablar de independencia en un país donde el 40% del territorio está bajo la exploración o explotación de compañías extrajeras, sin que importe que para ello tengan que devastar parques nacionales, páramos, reservas forestales, o pueblos enteros, como en el caso de Marmato, sobre el cual la voracidad de la compañía extranjera pende como una espada de Damocles, pues su proyecto es, nada más y nada menos, que desaparecerlo de la faz de la tierra y dejar un hueco en su lugar.  ´Agencia de Información Laboral.

El proyecto de la Medoro
La Medoro Resources cuenta entre sus directivos a Hernán Martínez, ex ministro de Minas y Energía de Colombia; María Consuelo Araujo, ex canciller; Augusto López, ex presidente de Bavaria; y Juan Carlos Santos, director corporativo de la compañía, primo del presidente Juan Manuel Santos, quien se hizo famoso por haber declarado para un documental de la cadena Al Jazzera que el problema de Marmato era cuestión de plata.
Ver documental en el siguiente enlace:
http://english.aljazeera.net/programmes/faultlines/2011/07/2011757127575176.html
En la página oficial de la Meodoro se observa que el proyecto Marmato es una prioridad.
Haga click aquí en el siguiente enlace para ir a la pagina de medoro,
http://www.medororesources.com/index.cfm?pagepath=Projects/Marmato_Project_Colombia&id=23274
Y no es para menos. De acuerdo con los estudios y las cifras que la compañía maneja, el municipio cubre 1.198hectáreas del cinturón de oro de la cordillera occidental, y en las 226 millones de toneladas de material que forman la montaña habría 6,6 millones onzas de oro. Y la mejor forma de extraerlo es a través de la minería a cielo  abierto, que es un proceso de explotación de la megaminería donde se explota toda la montaña hasta que ésta desaparece. Sólo que para sacar adelante este proyecto necesita trasladar el pueblo a otro lugar.
En su video institucional la Meodoro afirma: “La minería artesanal no planificada y poco productiva no ha
permitido a los trabajadores y a la comunidad entera el desarrollo de su calidad de vida y conservar el medio ambiente. Con la llegada de Medoro toda la región entra en una nueva etapa de mejoramiento, con una explotación minera tecnificada, ambiental y socialmente sostenible”. Es un discurso optimista, no hay duda, que el video refrenda mediante una animación en el que Marmato desaparece y la montaña se convierte en un hueco. A Fernando Álvarez, minero de la región, el video le produjo escalofrío y rabia. Lo vio en Manizales, en el marco de una reunión a la que la multinacional invitó a algunos representes de la comunidad de Marmato. “Lo vimos allá porque acá en Marmato no se han atrevido a mostrarlo. Saben que nosotros no somos bobos y no les comemos cuento. El video muestra cómo la montaña empieza a desparecer y a convertirse en hueco, y en una carretera por la que bajan con sus máquinas. Después, cuando ya lo han excavado todo, el hueco empieza a llenarse con un agua toda bonita, con matas de plátano en los alrededores. Tiran una malla, le echan un poquitico de tierra y le ponen un pasto. Nos creen estúpidos. ¿Usted cree que ahí va sobrevivir una mata plátano?”, pregunta Fernando, sin ocultar su indignación.
Según lo afirma la Compañía en su página oficial: “A partir de 2011 el 100% de las propiedades en la monta-
ña de Marmato se han consolidado por Medoro Resources”. Es una afirmación que asombra a los marmateños, quienes hoy todavía tratan de entender lo que pasa o está a punto de pasar en su pueblo. En el municipio existen división hecha por el gobierno en los años 80, que delimitó la minería artesanal para zona alta del cerro (A) y la mediana minería, que hasta entonces había explotado la empresa Mineros Nacionales S.A, en la zona baja (B). Pero de esa cantidad de minas la Medoro sólo ha comprado 84. Y tampoco puede incluir en su inventario las viviendas, pues no son de su propiedad.

Todo empezó hace 4 años

Hace cuatro años hizo presencia en Marmato la multinacional canadiense, pero no como Medoro sino como

Colombian Goldfields, empresa subsidiaria, que llegó a comprarles las minas a los pequeños mineros que tenían títulos. “Ellos compraron las minas que ocupaban más personal, pero no las pusieron a trabajar sino que las cerraron, dejando sin trabajo a 833 personas”, cuenta Yamil Amar, líder del Comité Prodefensa de Marmato. Además destruyeron inmuebles y 9 molinos para procesar oro, de los 11 que había en la región. “Por eso nosotros concluimos que lo que quieren es hacer un desplazamiento económico forzado y para lograrlo quieren sacar la gente”.

La otra gran compra que hizo la compañía fue en febrero de 2010, cuando adquirió los títulos de la vereda Echandía, lo cual también afectó a los mineros que trabajan en Cien Pesos, vereda vecina. Igualmente se hizo a las licencias de La María, mediante la compra de las acciones de Colombia Gold Plc. Yamil Amar es propietario de una mina en este sector y explica así lo sucedido: “El terreno de Echandía hace parte de un RPP: reconocimiento de propiedad privada, es decir, excluye al Estado de la propiedad sobre el subsuelo. Un técnico geólogo, no sabemos si de mala fe, hizo un levantamiento topográfico e incluyó dentro del RPP de Echandía a Cien Pesos, donde hay unas 23 minas. Y la empresa Medoro, ni corta ni perezosa, logró este título. Nosotros los de Cien Pesos estábamos trabajando con el permiso de la nación, pagando regalías, por lo que nos sentimos poseedores con derecho a ese trabajo”. También en febrero de 2010 la Medoro adquirió las acciones de Mineros Nacionales S.A, que tiene operación subterránea en la zona baja y produce 25 mil onzas de oro por año. Desde entonces, todos los marmateños, e incluso pobladores de municipios vecinos como Supía, Riosucio y Caramanta, quienes también se benefician de esta actividad, sienten los pasos de animal grande de la locomotora minera, como la llama el Presidente Santos. Una es la información que manejan las compañías extranjeras y el Gobierno Nacional para hacer ver la minería como un negocio viable y rentable, proveedor de progreso y desarrollo para la nación, pero otra es la realidad que viven las gentes de los pueblos afectados por la explotación minera, especialmente por las presiones que se ejerce sobre ellos. La Medoro dice que en su etapa de exploración, en la que se supone lleva tres años, generará 300 empleos, cuando lo que realmente ocurrió fue que cerró las minas y dejó sin empleo a cientos de personas, hecho que originó la sublevación de los llamados guacheros. Guacheros es el nombre con el que bautizaron a los mineros que, desesperados de verse sin oficio, cualquier día tomaron la decisión de romper los candados de las minas cerradas y empezaron a  explotarlas. “Lo hicimos porque estábamos aguantando hambre. Ahora ellos vienen a decirnos que somos unos invasores, y nos quieren sacar. Pero según el código minero, cuando un título deja de ser explotado por 6 meses la persona quen lo compra lo pierde”, explica Mario Tangarife, líder de Mineros Unidos. Hoy los guacheros se cuentan por cientos.
Por otro lado, hay un gran número de pequeñas minas que la Medoro no ha comprado, ya que con la entrada en vigencia del nuevo Código Minero del 2001 estas minas quedaron en condición de ilegalidad, sin considerar que la mayoría de ellas llevan más de 15 años de existencia. De la noche a la mañana pasaron de ser mineros artesanales a ser ilegales, y en virtud de esa condición las formas de presión que se ejerce sobre ellos son cada vez más duras y estratégicas. Éstas van desde órdenes  de desalojo (que no se han podido efectuar) y amparos administrativos que ordenan la entrega de la mina, hasta la firma de contratos con los guacheros, con lo cual la Medoro pretende hacerlos pasar como sus trabajadores.

La ambición no descansa

Es bien conocido el potencial aurífero que todavía permanece inexplorado en las entrañas de la tierra en Colombia (no en vano en la conquista española se hablaba de estas tierras como El Dorado), y en esa misma medida la ambición crece, no descansa, como lo demuestra el desbordamiento de los títulos mineros que se han otorgado en los últimos años, y los que están en lista de espera. 

Un estudio de RECLAME (Red Colombiana Frente a la Gran Minería Trasnacional) nos dice que entre los
años 1990 y 2002 en Colombia se otorgaron 1.047 títulos en minería en general; mientras que en el gobierno de Álvaro Uribe se otorgaron 7.397 títulos, un alto porcentaje de éstos para minería del oro. La sumatoria de todos estos títulos ocupa 8.4 millones de hectáreas. Además, hay 19.629 solicitudes en proceso, para un total de 22.7 millones de hectáreas, el 20% del territorio nacional. Es pues indiscutible que estamos en pleno boom minero. Lo que sí es bastante discutible, en lo que al oro se refiere, es el beneficio tiene para nuestro país, que es muy poco. Las grandes beneficiadas son las compañías transnacionales, como la Medoro Resources, a las cuales el negocio les genera una altísima rentabilidad. Empezando porque pagan regalías irrisorias: apenas 4%. Ante esto, el senador Juan Mario Laserna propuso recientemente incrementarlas al 12%, a lo cual el Gobierno replicó diciendo que no las incrementará, como estrategia para preservar la competitividad y la estabilidad jurídica en el sector. La alta rentabilidad del negocio para las compañías trasnacionales también se da por los bajos costos laborales de la operación y las enormes ventajas que en materia tributaria se les ha concedido. En efecto, en un contexto de alta demanda de recursos mineros y de una creciente necesidad de las compañías de invertir como sea sus excedentes, al Estado colombiano les da todo tipo de incentivos y gabelas tributarias (“confianza inversionista” se denomina esta estrategia), como eliminarles el 7% del valor total de las utilidades que sacan del país; acceso a combustibles con precios subsidiados en zona de frontera; posibilidad de descontar de su renta gravable y de las regalías inversiones en programas sociales, en medio ambiente, en ciencia y tecnología y en compras de equipos y maquinaria. Como también es discutible el beneficio de la minería en generación de empleo, pues este sector sólo genera el 1,1% del empleo total del país. Lo que en parte explica el porqué los departamentos y municipios mineros, como Marmato, padecen no sólo las consecuencias ambientales de la explotación minera (deforestación, ríos y quebradas contaminadas con mercurio y cianuro, etc.) sino que en términos de desarrollo humano (medido por el indicador Agencia de Información Laboral de Necesidades Básicas Insatisfechas) se encuentran bastante atrasados. Y a esto se suma que las instituciones encargadas de vigilar y controlar el sector minero son profundamente inoperantes. El Ministerio de Minas es muy débil, Ingeominas es una cueva de Alí Babá, las corporaciones autónomas no pasan por su mejor momento, y el Ministerio de Ambiente apenas lo van a resucitar. Todo el cuadro descrito configura una política entreguista de nuestras riquezas, que tampoco considera el fabuloso aumento de los precios que en los últimos años ha adquirido el oro en el mercado internacional:
desde el 2001 aumentó casi 5 veces su valor en dólares, y hoy se cotiza al mayor precio de toda la historia. A todas éstas, no le falta razón al Mario Tangarife, líder minero de Marmato, cuando dice: “No hay derecho a que vengan unos tipos que no son ni siquiera colombianos diciendo que nosotros somos invasores y que nos tenemos que ir de esta montaña. Eso es una falta de respeto que no tiene ni nombre. No nos vamos a dejar sacar”. Y se pregunta: “¿Por qué después de tantos años el Estado sólo viene a hacer presencia en Marmato ahora que las multinacionales se han fijado en nosotros?”

Para ver la nota completa visite: http://www.ens.org.co/apc-aa-files/4e7bc24bf4203c2a12902f078ba45224/09_30_2011.pdf

1 comentario:

  1. Si la megaminería genera desarrollo, es de suponer que países como el Congo, Sudáfrica e incluso el Cerrejón en Colombia, serían países o regiones por encima de los demás, pero la realidad es muy distinta, por el contrario son regiones que viven en la extrema pobreza.

    Para solo mencionar Sudáfrica, que es al país ¨mas rico¨de África, mayor productor de oro, diamantes y platino entre otros, la mayoría de la población vive en la extrema pobreza,¿esto es desarrollo? ¿esta es el modelo llamado locomotora minera que el estado nos quiere imponer?

    Sudáfrica es un país en el que existen grandes desigualdades entre los distintos grupos sociales; mientras existen grandes fortunas y las capitales están entre los principales centros de negocio de África, aproximadamente una cuarta parte de la población sudafricana se encuentra desempleada y vive con menos de 1'25 dólares al día.5 (tomado de http://es.wikipedia.org/wiki/Sud%C3%A1frica)

    ResponderEliminar